viernes, 5 de abril de 2013

Capítulo tres. Parte uno. La varita que me eligió

El señor Ollivander me sopeso con la mirada durante un tenso silencio.
  -Me encantaría presentarme en primer lugar, pequeña niña. Me llamo Arwen Ollivander-Se presento tendiendome la mano.
  - Clarie Wolf-dije tomandosela con timidez.
  - ¿Wolf? Es un apellido muy curioso....-admitió con un extraño brillo de curiosidad en sus ojos palidos.
No contesté. Para mi no era un apellido poco común. Había muchos Wolf en el mundo.
Me solto la mano y saco de su bolsillo una cinta metrica.
-Comenzaremos midiendo tu brazo. ¿Eres zurda o diestra?-Pregunto amablemente.
-Diestra-Conteste.
-Genial, alza la mano derecha-La alce y se puso a medir desde todos los angulos mi brazo.
Del dedo corazon a la muñeca, de la muñeca al codo, del codo al hombro. Del hombro al suelo. Todas las partes de mi cuerpo, incluso el radio de mi cabeza.
Se quedo pensativo mirandome un largo rato al terminar las medidas.
-Bueno, comencemos con una de veinticinco centimetros, rigida de madera de avellano con nervios de corazon de dragon-Dijo dandose la vuelta de repente y echando a correr hacia un monton de estanterias.
Comenzo a rebuscar en una de ellas hasta sacar una caja alargada y volver hacia mi a toda prisa, para abrirla y tenderme una varita.
-Cogela-Me indico.
Hice lo que me pedia y me quede como una tonta con la varita en la mano.
El espero espectante.
-¿Acaso tengo que hacer algo?-Pero antes de acabar la frase, me quito la varita.
-Mejor voy a por otra-Y se interno entre estanterias- ¡Treinta y cinco centimetros, flexible madera de fresno, nucleo pluma de fenix!-Dijo casi gritando entre estanterías y estanterías de cajas.
Cogió una y corrió hacia mi sacandola de su caja.
Me pregunté sí ese comportamiento ligeramente loco era algo típico en el... Aún así tenía un apice cómico que me quitaba el miedo que le tenía al principio.
Me tendió la varita con ojos brillantes, pero antes de que mis dedos la tocara, la guardo en la caja.
-Espera, esta no.
Y asi nos pegamos diez minutos, cada vez que cogia una el me la quitaba y cada vez parecia divertirse mas.
Así hasta que creyo estar segura con una, la agite,como el me pidio, he hice explotar un jarron.
Me asusté tanto que pegué un respingo y observé al señor Ollivander esperando una reprimenda.
Pero el no se enfado, solo le chisporrotearon los ojos de alegria y corrio a por otra y otra y otra. Cada vez se amontonaban mas y mas sobre el mostrador y la silla al lado del escaparate.
-Señor Ollivander...-Dije dudativa cuando ya llevaba por lo menos cincuenta varitas.
-¿Si?-Pregunto mientras se subia a una escalera y rebuscaba entre mas cajas con varitas.
-¿Porque es tan importante y tan dificil que encuentre una varita para mi?-Pregunte dudosa.
El solto una risa pero no dejo de rebuscar.
-¡Querida niña! ¡Que inocente y tierna eres!-Celebro con ternura-La varita escoge al mago ¡Nunca lo olvides! Una varita sera tuya cuando ella quiera serlo. Asi que tu no buscas una varita, ella te busca a ti y de momento se esconde muy bien-Y saco otra caja-Prueba esta, madera de hiedra, veintidos centimetros rigida y con un pelo de unicornio macho-Y corrio para tendermela.
La cogi, pero al agitarla un monton de varitas calleron al suelo.
-¡Lo siento! ¡Lo siento!-Dije rapidamente, el le quito importancia con una sonrisa y una sacudida de su mano.
-No importa, llevo años sin pasarmelo tan bien en una compra-Admitio y siguio buscando.
-Pero... si ella me escoge a mi... se supone que seremos compatibles ¿no?-Insisti curiosa.
El asintio con la cabeza.
  -Así es. Tendriais que tener un vínculo entre las dos lo suficientemente fuerte como para ser efectivas juntas. Hay muchos magos (entre los que me incluyó demostrando una ligera falta de modestia) que son capaces de usar la varita de cualquier otro mago casi a la perfección, como sí fuera su varita propia. Pero aún así no es cien por cien efectiva.
Asentí con la cabeza. Aunque realmente no comprendía totalmente lo que decía.
Supongo que al mirarme a la cara, el señor Ollivander se dio cuenta de que no comprendia muy bien lo que decía.
Suspiro y después me sonrio con amabilidad.
  -Para que lo comprendas un poco mejor. Es como una unión con el núcleo de la varita y el alma del mago o la bruja-explico.
Fruncí el ceño.
  - ¿Una unión?
Asintio con la cabeza y rebusco entre las estanterias de nuevo.
  -Sí, aunque un vínculo o una fusión puede ser otra manera de describirlo-explico.
Asenti con la cabeza y observé como subía y bajaba las escaleras para alcanzar las varitas.
  -¿Y sí no hay varita para mi? ¿Y sí todo esto no a sido más que una equivocación o...?-comencé a preguntar, pero el señor Ollivander me interrumpio.
  -Siempre hay una varita para un mago. Y te aseguro que tú eres una bruja-dijo muy convencido.
De repente su mirada se nublo y se clavo en el infinito.
  -Es posible que...-comenzó a susurrar y fruncio el ceño.
Le observé confundida, pero con asombrosa agilidad salto de la escalera y se metió en la trastienda.
Me acerqué hacia el mostrador y me asome tratando de verle.
La puerta que llevaba a la otra habitación estaba abierta y podía oír el jaleo que se estaba montando porque el señor Ollivander estaba tirando cosas por los aires.
Sólo rece porque no me tocara a mi después ayudarle a limpiar toda la tienda. Estaba hecha un verdadero desastre.
  -Señor Ollivander... ¿Necesita ayuda?-pregunté con timidez justo cuando una gran caja salio volando por los aires y se estrello contra la pared.
No recibí respuesta. También dudaba que con el ruido que estaba haciendo me pudiera oír.
  - ¡Aquí esta!-dijo el señor Ollivander con una carcajada y vino a toda prisa con una gran caja de madera envejecida y llena de polvo que dejó sobre el mostrador.
Con una sacudida de su varita quitó todo el polvo y abrió la cerradura.
  - Espero que te gusten las historias. Porque tengo que contarte una muy interesante-confesó.
Fruncí el ceño y me apoye en el mostrador para observar el interior de la caja. Había un gran libro y una larga y vieja cajita que debía de portar una varita.
  -Sí, me gustan las historias-Admiti.
No estaba muy segura de que pintaba una historia ahora, pero la verdad es que estaba tan decepcionada por la búsqueda de mi varita, que necesitaba pensar en otra cosa.
El señor Ollivander sonrio.
  -Ya me daba a mi esa impresión.
Con mucha delicadeza sacó de la caja el gran libro viejo y pasó sus delicadas páginas con sumo cuidado.
  -Este libro tan antiguo está escrito en Runas Antiguas. La mayoría de los fabricantes de varitas sabemos leerlas y escribirlas por simple cultura. En este libro especialmente cuentan cuentos de grandes brujas y magos que llegaron a la cumbre gracias a sus varitas. Hay cientos de historias. Pero este es uno de los pocos libros que, posiblemente cuenten la historia de la varita perfecta.
  - ¿La.. varita perfecta?-Repetí dudosa.
El señor Ollivander sonrio y bajo su mirada hacia el hermoso dibujo envejecido del libro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario