viernes, 5 de abril de 2013

Capítulo nueve. ¿Quién dijo que esto era fácil?

Encontrar las aulas en un castillo tan grande, es una prueba difícil de superar si no tenías sentido se la orientación.
Papá solía llevarme de excursión al bosque y con ello había practicado con mi memoria a la hora de ir por caminos.
La única diferencia es que los caminos nunca cambiaban... Hogwarts sí.
Había puertas falsas, escaleras sin ningún final, largos pasillos que desembocaban a un callejón sin salida o a un cuadro con un huraño inquilino.
Estatuas que cambiaban de lugar. El movimiento de unos cuadros a otros de los personajes no ayudaba tampoco mucho.... Y con Peeves, el maldito poltergeist del colegio, era aún mas difícil encontrar un camino.
Además de dedicarse a colocar mas trampas que las que ya había en el colegio, Peeves, se dedicaba a gastar bromas a los de primero llevandoles por sitios que no debíamos.
En mi caso, al ir al aula de transformaciones el primer día, acabó llevándome a Cloe, a Nina, a Bonnie a Eric, a unos chicos mas y a mi, a la sala de profesores.
Nos echaron la bronca, hasta que vieron que el condenado poltergeist e estaba muriendo de risa sobre nosotros.
Tras aquello, nos llevaron en dirección a nuestra clase correspondiente
Las clases eran sin duda increíbles. A pesar del gran esfuerzo que pedían la mayoría de ellas.
Aunque sin duda, mis favoritas fueron, Encantamientos y Defensa Contra Las Artes Oscuras. La profesora Silver era extremadamente dulce, como demostró el día de la selección.
Sus clases eran divertidas y era imposible no echarse a reír al ver a la fina profesora Silver, danzar de un lado a otro del aula.
Como habría dicho mi madre en uno de sus momentos cursis, era un alma libre y espiritual.
En verdad no me sorprenderia que algún día confesara que es una ninfa del bosque. Aunque muy probablemente, las ninfas reales eran muy diferentes a las ninfas de los cuentos de hadas muggles.
La clase de Defensa Contra Las Artes Oscuras (a diferencia de la clase de Encantamientos que se hallaba bajo el pasillo de Encantamientos del tercer piso) el aula de Defensa estaba en la primera planta, en una de las aulas escondidas tras las grandes escaleras príncipales del vestíbulo.
El profesor Matthew Doge era un hombre serio y curioso que no vi en la selección o en la cena de comienzo de curso.
Al entrar en clase, supe porque.
Estábamos todos sentados, esperando a que llegara el profesor.
Había un murmullo de curiosidad generalizado ya que nadie sabía mucho de el, sólo que sobrevivió al ataque de unos mortifagos (Los secuaces de Lord Voldemort, el mago más tenebrosos de todos los tiempos) y que luchó en la batalla más sangrienta que Hogwarts a visto.
Era considerado algo así como un héroe. Había visto pocos héroes en mi vida y a mi padre, que trabajaba en el ejército, le consideraba como uno. Pero realmente nunca había visto a alguien considerado un héroe oficialmente.
Escuchamos un extraño chirrido fuera del aula y nos volvimos todos con curiosidad antes de que entrara.
Estaba en segunda fila, así que lo primero que vi fue un rostro de mejillas altas, nariz recta, ojos negros y cabello castaño alborotado.
Como ya había dicho, tenía aspecto de ser serio y duro. Como sus rasgos demostraban.
Lo más terrorifico de todo, era una larga cicatriz que cruzaba desde Su mejilla izquierda, cruzando Su nariz hasta la comisura derecha del labio inferior.
Daba miedo, mucho miedo.
Pero era demasiado pequeño.
El chirrido extraño le acompañaba mientras se deslizaba por el pasillo central hasta el escritorio.
Entonces comprendí el porque de Su pequeña estatura.
Estaba en una silla, en una con ruedas que se deslizaban sobre el suelo de piedra evitando los baches o más bien sobrevolandolos.
Le faltaba una pierna al completo, la izquierda y la otra acababa en un muñon a la altura de la rodilla.
¿Porque...? ¿Porque los médicos no le habían ayudado con magia a volver ha andar? Sabía que la magia médica era capaz de hacer crecer cualquier tipo de zona de cuerpo o incluso podía ir con algunas piernas mágicas ¿no?
Trate de no estremecerme o mirar con asco o repulsion Su pierna.
La puerta se cerro de golpe con una sacudida de la mano.
Pegamos un respingo y el profesor Doge giro Su silla... Bueno, más bien la silla giro sola, para ponerse frente a toda la clase.
Vale, ya no resultaba tan pequeño. Ahora daba miedo e imponía mucho, mucho respeto.
Nos miro rápidamente, englobando a toda la clase con sus ojos negros.
Sonrio a medias, no fue una sonrisa de alegría. Fue una de burla y sorpresa.
  -Demasiado entusiasmados os veo, queridos alumnos de primero-Dijo con una voz grave aunque relajante.
Su dura mirada se clavo ahora con más fiereza en nosotros,perforandonos con ella.
  -Defensa Contra Las Artes Oscuras es una asignatura muy importante, una de las más importantes que se imparten en Hogwarts. En ella, se os enseña a identificar y tratar con magia tenebrosa, como el propio nombre de la asignatura indica. En está clase también conocereis hechizos defensivos y de ataque, además de criaturas tenebrosas de todo tipo-Hizo una pequeña pausa y volvió a sonreír de aquella manera siniestra-Por supuesto, esto no supone que el estudio constante o el aprendizaje de hechizos os asegure tener buena nota. Hay alumnos que valen y otros que no... El número de los que valen va descendiendo cada año porque os sentis demasiado seguros y os engañais pensando que no necesitareis aprender defensa de hechizos o maleficios ya que os han engañado diciendo que todo está bien-Endurecio el rostro-Nunca os confieis, no dejeis de lado mi asignatura y aprovecharla. Un mago no es un mago sí no sabe defenderse a si mismo y a los que quieren. Este es el objetivo real de la asignatura. No se os pide que derroteis a un ser tenebrosos muy peligroso ni nada de eso, sólo que sepais proteger Lo que merece la pena... ¿Preguntas?
Nos miramos los unos a los otros sin saber muy bien que decir y más sorprendidos que nunca con sus palabras.
Nadie levanto la mano, nadie hablo, nadie se atrevía a cuestionarse nada de Lo que el profesor Doge dijera.
La mano de Eric se levanto de repente con firmeza. Observé boquiabierta Su brazo.
El profesor Doge miro sorprendido la mano alzada y luego el rostro de Eric. Sonrio algo más amable.
  -Royden ¿me equivoco?-Dijo alzando la barbilla.
Eric asintio con la cabeza.
  -Así es señor-dijo y alzó un poco Su voz para hablar-¿De verdad cree usted que es posible que las fuerzas oscuras se vuelvan a alzar?-Pregunto.
El profesor Doge le observó pensativo.
  - ¿Lo preguntas por el alto nivel al cual pienso someteros?-Pregunto.
Eric sonrio y negó con la cabeza.
  -No, hablo a nivel personal-Contestó.
El profesor Doge se quedó pensativo un largo minuto.
  -Por supuesto. La magia oscura siempre acaba alzandose una y otra vez. Es una vieja amiga avariciosa de poder. Mientras haya bien, habrá mal-contestó.
  -Equilibrio-dije sin darme cuenta y provocando que la clase entera me mirará.
Me puse roja como un tomate y mucho más cuando la mirada del profesor me perforo provocandome escalofrios.
Su silla se movió un poco para poder mirarme mejor.
  -He de confesar que no conozco Su nombre. Por Lo cual me supongo que es hija de muggles-dijo.
Me sentí algo dolida.
Alcé la barbilla y trate de ignorar mi sonrojo.
  -Clarie Wolf-dije con voz temblorosa.
El profesor Doge asintio con la cabeza.
  -Está bien, señorita Wolf. Equilibrio, así es. Hay un pequeño apartado al final de vuestros libros en el cual define que Lo que vosotros vais a estudiar estos cursos es el equilibrio entre la llamada magia defensiva y magia negra. ¿Verdad señorita Wolf?-Me especto.
Asentí sonrojada con la cabeza
  -Me supongo que por curiosidad a debido estudiarse el libro de arriba a abajo ¿me equivoco?-Me pregunto.
Me sonroje un poco más.
  -La verdad es que me Lo leí... Una vez-contesté con boca chica.
  -¡Oh! entonces si te pregunto por algún tipo de criatura nocturna que sólo sale en luna llena...
  -Los muggles también tenemos historias de hombres lobo, profesor Doge-dije con una pequeña sonrisa.
Alzó las cejas con sorpresa.
  - ¿Y los muggles conocen también algún ser que se alimente de sangre y repela el ajo?-Me pregunto.
No pude evitar sonreír un poco más.
  -Los vampiros, por supuesto nada de esto es real para ellos-contesté.
Fruncio el ceño ligeramente y luego sonrio con algo de malicia.
  -Está bien, conoces sin ninguna duda los seres oscuros que son conocidos en ambos mundos pero...¿te atreverias con algún ser algo más difícil? O alguna maldición, para demostrar que as leído el libro y que tienes al menos, algo de interes sobre está asignatura. Por supuesto, dudo mucho que el hecho de devorar libros suponga que esta asignatura os resulte fácil. Esto no es Historia de la Magia. Aquí necesitais un nivel práctico por encima del estudio continuo.... Es más, creo que debería preguntaros a todos, para conocer el vago nivel que debeis llevar-Sonrio un poco más y se retiro hacia el escritorio.
Todos estaban nerviosos y espectantes. Esperaba que no me odiaran por aquella ronda de preguntas inesperada.
  -Si conoceis la respuesta, alzad la mano. Recibireis puntos por vuestros aciertos, aunque no os quitare por vuestros fallos ¿entendido? Espero que respondais todos-Dijo.
Cloe me pincho el costado y la mire de reojo.
  -Da miedo-me Susurro.
Me encogi de hombros y Sonrei.
  -A mi me gusta-dije.
El profesor Doge se quedó un segundo callado y pensando una buena pregunta.
  -Maldición o maleficio ¿Cual es la más poderosa y porque?
La clase de quedó en total silencio mientras se miraban los unos a los otros.
Estupendo, me sabia la respuesta. Pero no quería decirla. No queria ser la empollona. En la escuela muggle era la rara, aqui podía empezar se cero, ser diferente. Podía hacerme a un lado, ser normal y tener mi pequeño grupo de amigos sin llamar la atencion y...
  - ¿Señorita Wolf? ¿Tiene algo que decir?-Pregunto el profesor Doge.
Pegué un respingo y observé sus oscuros ojos que me observaban habidamente, como un águila rapaz.
Aprete los dientes y me hundi en mo asiento con un suspiro.
  -Un maleficio es un hechizo realizado para provocar daño u otros efectos negativos. Es similar a la maldicion, pero no es tan poderosa o no se realiza con la misma mala intención que una maldición, que suele ser empleada con intenciones tenebrosas-dije alzando un poco la voz mientras sentía cuarenta ojos en mi nuca.
Todos los Gryffindor más todos los Hufflepuff.
¿Había estado alguna vez tan roja? Lo dudaba, ni síquiera en la selección.
El profesor Doge me observó con ojos entrecerrados, hasta que me sonrio.
  -Magnífico, cinco puntos para Gryffindor. Estoy orgulloso de mi casa-Dijo con una amable sonrisa.
Mire rápidamente a Cloe con la boca abierta.
¿El era nuestro...? ¿De verdad?
Mire al resto de Gryffindor y me di cuenta que ninguno tenía ni idea. Pude ver la sorpresa e incluso la mofa en Hufflepuff al darse cuenta de este echo. Seguro que ellos ya sabían quién era el profesor representante de sus casas.... Bueno, la profesora Silver. Al igual que el profesor silencioso y estremecedor de Transformaciones era el de Slytherin y el de Pociones de Revenclaw.
  -Está bien Hufflepuff, ya podéis poneros las pilas. Está pregunta es para vosotros. Definirme hechizo.
Al acabar la clase, Gryffindor tenia veinte puntos más y Hufflepuff quince.
Contesté una pregunta más del profesor Doge, pero Eric y Sam Wittman contestaron otras dos.
Cuando salí por la puerta estaba orgullosa de mi misma y mucho más cuando mis compañeros me dieron la enhorabuena.
Bueno, resulta que leerme los libros del colegio este verano no había sido tan mala idea después de todo.
Ojalá todos los profesores fueran como el profesor Doge.
Pero por supuesto, eso era difícil.
El profesor Guthbert Binns, era el profesor de Historia de Magia.
Una de las clases más pesadas, aburridas y eternas, impartidas en está escuela. El profesor, era el único fantasma que impartia clase. Antes de morir también era profesor de aquella asignatura. Un buen día se levanto y dejó Su cuerpo atrás mientras impartia clase a sus sorprendidos alumnos.
Era aburrido y monotono al hablar mientras nosotros tomábamos notas de todo Lo que decía con Su voz pausada y pesada.
Necesitabas toda tú voluntad para no quedarse dormido en Su clase.
Más de una vez tuve que despertar a Eric de un codazo y menear a la embobada Cloe durante sus lecciones.
Sin duda, Hogwarts tuvo algo de suerte con este aplicado profesor que amaba aquella aburrida y eterna asignatura que debía impartir ahora año tras año hasta el fin de los tiempos. No tendrían que pagarle ni buscar otro profesor porque...¿Que iba ha hacer con el dinero? ¿Que iba ha hacer sin Su trabajo? ¡Oh, sí! Matarnos de aburrimiento.
Pociones, no resultaba tan aburrida, pero se llevaba la palma también.
El profesor Terry Boot era un profesor que tendría en torno a los cincuenta años. No era ni alto no bajo, con algo de barba, cara de ratón, ojos saltones y marrones con el pelo negro. Aunque su barba era de un extraño color rojizo.
Era amable, aunque demasiado enchufado a Revenclaw, con los cuales compartíamos aquella clase.
Aún así, pronto todos nos dimos cuenta de Lo difícil que era hacer pociones.
Puede que la palabra difícil no fuera la indicada... Pero sí necesitabas toda tú concentración al realizar una pocion.
Por ello, nadie consiguió muy grandes logros en la pocion para curar forunculos.
Aunque Cloe y yo tuvimos la suerte de realizar una pocion Lo bastante decente para recibir un punto para la casa. Revenclaw consiguió dos.
Odiaba el favoritismo.
Y el primer día de Transformaciónes esperaba que fuera igual el profesor, sobretodo teniendo en cuenta que estábamos en la clase con Slytherin y el profesor era jefe de la casa de Slytherin también.
Chamberlain Armen, era un hombre alto y muy delgado, con el cabello rubio y liso recogido en una coleta a la altura de la nuca.
Sus facciones eran rectas y bonitas, con labios finos, ojos grandes de color azul oscuro y dientes perfectos.
Los suspiros de las Gryffindor y las Slytherin, no fueron disimulados.
Era atractivo, a pesar de que era muy alto, casi que no entraba por la puerta.
Mediria los dos metros sin ninguna dificultad.
  -Transformaciones-Dijo sentandose sobre el pupitre que enfrentaba a los de los alumnos. Cruzó sus brazos y los tobillos-Es una asignatura muy muy complicada. Consiste en transfigurar un objeto en otro, conjurar o hacer desaparecer objetos o modificar la naturaleza fundamental de un objeto. O eso dice la teoría de vuestros libros de 'Guía de transformación para principiantes'
Mostró sus perfectos dientes blancos que volvió locas a algunas alumnas. Sin duda, era muy muy guapo.
  -Pero claro, eso es sólo lo que dice la teoría-se levanto y comenzó a pasearse por la clase-Para mi, el arte de la Transformación es algo mucho más haya que esa simple definición-Alzo la varita y con una simple sacudida transformó una silla el un precioso cervatillo.
El profesor Armen fue hacia el y le acaricio las orejas. Las chicas y algunos chicos observamos atontados aquel bonito e inocente animal.
  -Supone un gran esfuerzo, muchas práctica y una gran determinación el hecho de cambiar una cosa por otra, hacer aparecer o desaparecer de la nada algo, etcétera-dijo y volví a transformar el cervatillo en silla para disgusto de todos-Se que el profesor Doge, entre otros, pero sobretodo el, os han dicho la importancia de sus asignaturas. Pero en mi opinión, dominar está materia es algo muy difícil y en Lo cual debereis aplicaros sí queréis aprobar-dijo mientras volvían al escritorio. Entonces miro a los Slytherin-Sois mi casa y aunque muchos debeis de esperar un trato mejor, no os Lo daré. Debeis demostrar Lo que valeis y no vais a llevaros méritos sin ningún esfuerzo-Entonces se volvió hacia nosotros-Para vosotros, más de Lo mismo. Esfuerzo y dedicación-Entonces nos miro alternativamente-la rivalidad entre estas dos casas a sido eterna, pero agradecería un poco de paz por parte de ustedes y que seais un ejemplo de como las riñas tontas entre casas no suponen problema para crear lazos de amistad.
Los Slytherin nos miraron con un gran asco, al que la mitad les respondieron, sobretodo Eric. Odiaba a aquella casa, era algo que no tenía ni pies ni cabeza para mi gusto.
Mientras a mi no me hicieran nada, estaba bien con ellos.
El primer trabajo supuso transformar una cerilla en una aguja.
Nos sorprendió la simpleza de la transformación. Pero al realizar el hechizo una y otra vez sin conseguí nada, nos dimos cuenta de Lo difícil que realmente era aquella asignatura.
El profesor Armen controlo nuestros trabajos y se detuvo en una solitaria chica de Slytherin al fondo de la clase que reconocí como Jera Lestrange.
Está estaba alejada de Su curso y el nuestro. No estaba segura de sí era por ella misma o porque la habían repudiado ya.
El profesor Armen se agacho a Su lado y comenzo a conversar con ella en susurros.
Jera asentia con la cabeza sonrojada de vez en cuando mientras el profesor Armen era dulce y amable con ella. O eso me pareció.
Acabó la conversación acariciando Su cabeza con disimulo y al girarse capturo mi mirada.
Fruncio ligeramente el ceño y avanzó hacia mi mientras la mirada de Jera se clavaba, algo confusa, en mi.
  - Señorita Wolf ¿Ha conseguido algún progreso?-Pregunto el profesor Armen con voz amable y dulce.
Asentí algo sonrojada ahora con la cabeza y señale mi aguja.
El profesor Armen la cogió entre sus dedos y la observó con curiosidad.
  -Vaya, vaya, se ha vuelto puntiaguda y plateada. Pero sigue pareciendo una cerilla. Aún así, es el un grandísimo logró-Me felicito con una pequeña sonrisa-un punto para Gryffindor.
Dejó la cerilla y se alejo al centro de la clase mientras mi curso me felicitaba y Slytherin me miraba con odio.
Al acabar la clase un corto tiempo después, había sido la única que habia progresado algo.
Al salir de la clase, Eric estaba algo molesto ya que el no había conseguido cambio alguno en Su cerilla.
  -Podrías ayudarme ¿no crees? Darme algunas clases o algo así. Como mis padres sepan que soy tan malo se avergonzaran de mi-dijo Eric golpeando mi hombro.
Aunque sabia que Lo decía el broma.
Abrí la boca para decirle que estaría encantada de ayudarle, pero me interrumpieron.
  - ¿En serio Royden? ¿Clases se una sangre sucia? Sí que ha caído bajo tú familia-dijo una voz estridente a nuestras espadas.
Nos giramos y contemplamos al gran grupo de Slytherin que se había detenido tras salir de Transformaciones. Había un grupo sobresaliendo en ellos. Eran cuatro.
  - ¿Que le has llamado Rosier?-Gruño Eric colocandose frente a mi.
Cloe parecía muy ofendida y me miraba con compasión.
¿Porque me miraba asi? ¿Por aquellas palabras?
Un muchacho de cabello negro, ojos azul gastado y rostro pálido avanzó con una gran sonrisa y tres chicos siguiendole.
  -La he llamado sangre sucia, que es Lo que es-Dijo Emerik Rosier con arrogancia.
Eric, Ian Flume, Sam Wittman, Jamie Jones y William Zeller (compañeros de cuarto de Eric) se pusieron frente a mi y avanzaron un poco más.
  -Repitelo una vez más, asqueroso Slytherin-dijo Eric entre dientes.
¡Oh, oh!
Aparte a los chicos y me puse junto a Eric.
  -Eric, déjalo. No importa, no me a molestado que...-comencé.
  - ¿Acaso sabes el insulto que es Lo que te acaba de decir?-Me especto y miro a Rosier con asco-Es algo que se usaba durante los tiempos oscuros para definir a magos y brujas mestizos o hijos de muggles como sí fueran basura. Cuando no es así.
Estaba muy alterado, demasiado para ser una tontería tan grande.
  -Eric ¿tú ves que me importe? Me da igual Lo que digan de mi o Lo que...-comencé de nuevo tratando de hacerle entrar en razón.
Sus ojos plateados chispearon.
  -Pues a mi no-gruño y sacó Su varita.
Los matones de Rosier, Owenn Gibbon, grande como una casa y estúpido como el solo, Neel Carrow, cara de rata, chata y fea, de baja estatura pero gran curpulencia y Adrián Bole, alto y delgado, con el cabello rubio alborotado y barbilla demasiado cuadrada y dura, sacaron las varitas también.
Era extraño, ya que les veía más peleando con los puños que con las varitas.
Los amigos de Eric sacaron las varitas también.
Me estremeci al ver tantas varitas a mi alrededor.
Me lleve la mano al bolsillo para sacar la mía mientras Nuts salía de Su escondite y se enrrollaba en mi cuello haciendo ruidos molestos hacia Rosier.
  -¡Parad!-dijo una voz asustada, debil y dulce.
Todos dudamos y miramos al origen se aquel grito.

Capítulo ocho. El sombrero cantarin

La puerta chirrio ligeramente al abrirse. Una bruja alta y delgada con una bonita túnica color vino nos recibió con una sonrisa.
Tenía el cabello rubio y alborotado, con facciones finas y afiladas, pequeños ojos negros y labios finos.
  -Los niños de primero, profesora Silver-Dijo el gigante con una gran sonrisa bajo su maraña de pelo encanecido.
  -Muchas gracias Hagrid. Yo seguiré a partir de este punto.
Su voz era dulce y algo chillona y aflautada, aún así era agradable.
Con la ayuda del gigante llamado Hagrid abrió la puerta del todo y nos dejó pasar con una gran sonrisa.
El vestíbulo era igual de grande que mi casa. Era impresionante y no pude evitar alzar la mirada al techo. Pero de lo alto que estaba no se podía ver.
Una gran escalera de mármol llevaba a los pisos superiores mientras los muros de piedra estaban cubiertos por antorchas que proyectaban una cálida luz.
Seguimos a la delgada y animada profesora Silver por un camino señalado en el suelo de tierra.
Se oía un fuerte alboroto al otro lado de un portal situado a nuestra derecha. Seguramente todos los alumnos mayores debían de estar ahí. Pero la profesora Silver nos llevó ha una pequeña habitación fuera del vestíbulo.
Cuando todos entraron estábamos los unos pegados a los otros. Mirará la cara que mirara, estaba tan nerviosa como yo.
Nuts se asomo curioso para oliquear la habitación, pero le obligue a esconderse. No quería meterme en ningún lío antes de empezar siquiera el curso.
  -Bienvenidos dulces niños a Hogwarts-dijo la profesora Silver con una amable sonrisa-El banquete para celebrar el comienzo de curso empezara dentro de un rato. Pero antes de sentaros en cualquier mesa del Gran Comedor debereis ser elegidos para vuestras casas. Se que muchos estareis muy nerviosos e incluso asustados. Pero no tenéis que temer-entonces se puso un poco más sería-La Selección es algo muy importante. Ya que, mientras esteis en está escuela, la casa a la que pertenezcais será como vuestra familia. Tendréis clases de lunes a viernes con los alumnos de vuestros cursos independientemente de la casa a la que pertenezcais. Dormireis en los dormitorios de vuestras casas y pasareis allí el tiempo libre.
<Las cuatro casas, para quién no lo sepa, son Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su historia y sus grandes magos y brujas. Mientras esteis aquí, cada logró conseguido a lo largó del curso será puntuado y cada error, restado. Al final de curso, la casa que tenga más puntos será premiada con la copa de la casa. Espero que todos vosotros consigais más logros que errores.
<La Ceremonia de Selección va a comenzar delante del resto del colegios. Espero que os pongais bien guapos. Aseguraros de llevar los cordones atados, las capas abrochadas y los cabellos bien peinados.
Su mirada dio una inspección general mientras nos asegurabamos de estar bien arreglados. Con nerviosismo me quité la manoseada trenza y volví a hacermela. Al acabar me asegure de que Nuts estuviera en su sitio y no se le ocurriera salir de allí.
Observé mis zapatos. Mamá siempre decía que unos zapatos limpios eran fundamentales para provocar una buena impresión.
Estaban brillantes y limpios. Estupendo, todo bien.
  -Voy a comprobar si está todo listo y después entraremos. Estar tranquilos-nos pidió la profesora Silver.
Entonces salió de la habitación.
Mi estómago se retorcia nervioso mientras observaba a mis compañeros.
  - ¿Como nos eligen para entrar en cada casa? ¿Es algún tipo de examen de actitud?-Le pregunté a Cloe.
Había hecho muchos exámenes de actitud en mi colegio. A los profesores les encantaban ponerlos. Soliamos hacer uno al mes para comprobar si mejorabamos de alguna manera.
Cloe se encogio de hombros.
  -La verdad es que no lo se. Cart nunca me lo quiere decir. Dice que es algo que tendré que realizar yo sin tener una idea anticipada o algo asi-explico Cloe.
Trage con nerviosismo.
¿Sería realizar algún tipo de embrujo? ¿Nos arían hacer magia? No había estudiado ningún hechizo. Si que había mirado los libros, pero no había aprendido nada realmente de ellos.
Estaba muy asustada. Dudaba que pudiera enfrentarme a algo parecido.
Escuché un grito asustado y una risa sofocada tras de mi. Al girarme vi a un chico riéndose casi a carcajadas de una niña que había, practicamente, caído sobre sus compañeros. Pronto descubrí porque.
Una bandada de fantasmas atravesaron la pared tras de nosotros. Eran de color perla y ligeramente transparentes, hablaban entre ellos o nos observaban atentamente mientras flotaban en el aire.
  - ¡Alumnos nuevos!-dijo un fraile muy gordo volando sobre nosotros-¿Estáis muy nerviosos? Hay que ver cuántos sois este año... A sido buen año, sin duda.
  - Querido Fraile, todos los años hay el mismo número de alumnos-decía un fantasma con medias y gorgera-En El Gran Comedor ya están listos, sólo falta que la profesora entre a buscaros y...
En ese momento la puerta se abrió y la profesora Silver entró con una gran sonrisa.
  -Vamos niños, seguirme. La Ceremonia va a comenzar-dijo con una sonrisa.
Los fantasmas se depidieron de nosotros y se fueron a través de la pared.
  -Pronto os acostumbrareis a ellos. Tranquilos-dijo la profesora Silver mirandonos con dulzura-poneros en fila y síguidme.
A empujones nos colocamos en una fila. Sentía que mi estómago pesaba veinte kilos y me impedía andar.
Eric estaba detrás de mi, con una sonrisa temblorosa en los labios. Cloe estaba frente a mi y su cabellera castaña danzaba a la vez que andaba.
Volvimos a cruzar en vestíbulo y las puertas dobles pasaron junto a nosotros mientras avanzabamos temblorosos por el Gran Comedor.
De nuevo, sentí esa sensación hogareña en el pecho. Era uno de los sitios más grandes y maravillosos donde había estado.
Estaba iluminado por miles de velas que flotaban sobre cuatro grandes mesas.
Los estudiantes de mayor edad estaba allí sentados frente a platos, copas y cubiertos de oro. En la parte de delante del comedor, sobre una tarima, había otra gran mesa donde se sentaban todos los profesores.
La profesora Silver nos llevó hasta alli y nos hizo ponernos en una fila frente a los otros alumnos y dando la espalda a los profesores.
Las velas iluminaban el Gran Comedor y hacia los rostros de los fantasmas realmente tenebrosos.
Con las mejilllas enrojecidas y cientos de ojos sobre mi, alcé la vista al techo, para ver si este podía verlo.
Al instante agarré la muñeca de Cloe y la sacudi. Supongo que siguió mi mirada y se quedó anonadada con la oscura noche plagada de estrellas que había sobre nosotros.
Me apostaria mi brazo derecho a que era algún tipo de hechizo. Jamás pensaría que allí hubiera un techo, más bien parecía que estaba abierto a la noche.
Tratando de atender a lo que me rodeaba en vez de aquel cielo espectacular, clave la mirada en la profesora Silver. En sus manos había un taburete de cuarto patas que colocó frente a los alumnos de primero. Encima de el, puso el sombrero más maltratado que jamás había visto. Estaba raido y sucio, sin duda había sido reparado con parches y remendado varias veces. Podía ver unas manchas negruzcas extrañas que identifique como quemaduras. Las otras dudaba que fueran quemaduras.
De repente recordé aquel programa infantil de television donde un mago loco saca siempre de su chistera un conejo o a veces un lagarto asqueroso. Eran unos dibujos que papá veía cuando era un niño, cuando los coches aún eran contaminantes y los ordenadores seguían siendo grandes y pesados y no tenían proyectores de sensibilidad.
A lo mejor tendría que hacer eso, sacar un conejo de la chistera. Puede que me dieran un conjuro y sólo tuviera que realizarlo...
Todo estaba en silencio, todos miraban al sombrero. Unos segundos de silencio y... El sombrero se movió.
Seguro que mi respingo no fue poco disimulado.
Un corte cerca del borde se abrió, con la forma de una boca y el resto se doblo formando algo parecido a un rostro:
"El sombrero indestructible me debeis llamar,
Pues varias veces intentaron,
En vano sin duda, hacerme desaparecer.

Año tras año, mi deber es, jovenes
Seleccionar a cada uno de vosotros
Para llevarlos a la casa de sus sueños.

Dejarme ver vuestros pensamientos
Y os dire a que casa perteneceis.

A lo mejor, la valiente Gryffindor
Donde la valentía y los vencedores habitan
Esperando un esto nuevo cada día.

Puede que la justa Hufflepuff
Donde no evitan el trabajo de verdad,
Sino que lo toman con gusto.

O la inteligente Ravenclaw,
Donde sin una pizca de cerebro,
No puedes estar.

A lo mejor la astuta Slytherin
Donde el trabajo perfecto es
El objetivo cueste lo que cueste.

No dudes en probarme,
Hacedlo,no conseguireis confundirme.
A una casa perteneceis, y eso yo lo se,
¿Sabéis porque?
Porque soy el Sombrero Seleccionador"
La gente estallo en aplausos mientras el sombrero se inclinaba hacia las cuatro mesas con orgullo.
Era un poco fanfarron, para mi gusto al menos.
  - Sólo hay que ponerse el sombrero-suspiro Cloe y yo con ella.
Menuda suerte, no tenía que hacer magia.
Aunque si debía ser valorada. Puede que el consiguiera sacarme de mi duda. Aquella que me había devorado desde que supe lo que pedía cada casa.La profesora Silver se adelanto con un pergamino y carraspeando un poco.
  -Cuando diga vuestro nombre tendréis que poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccione-explico- ¡Abbott, Colin!
Un chico bajito de cabello rubio se adelanto al taburete temblando de arriba a abajo. Se sentó en el taburete y dejó que le pusieran el sombrero. Sus ojos desaparecieron bajo el sombrero.
El sombrero estuvo un rato en silencio mientras todos lo observaban. Hasta que...
  -¡HUFFLEPUFF!
La profesora Silver le quitó el sombrero y Colin corrió hacia la mesa que estalló en aplausos para recibirle.
  -¡Applebee, Brandom!
  -¡HUFFLEPUFF!
Brandom corrió a sentarse junto a Colin.
  - ¡Abercombie, Cecilia!
  - ¡RAVENCLAW!
Los chichos y chicas comenzaron a ser llamados unos tras otros.
  - ¡Bole, Adrian!
  - ¡SLYTHERIN!
Sentía un cosquilleo en el estómago y unos nervios que me estaban provocando incluso nauseas.
Carmichael, Hugo:Hufflepuff.
Me sentía tan aterrorizada que me costo escuchar el siguiente nombre.
  - ¡Crowlen, Cloe!
Me estremeci al ver pasar a Cloe temblando como un auténtico flan. Eric le dio ánimos con un golpe suave en el hombro. Se giro y le sonreimos para darle ánimos.
Cloe subió al taburete y el sombrero le cubrió los ojos.
Se aferraba al taburete como si su vida dependiera de ello. Podía ver sus mejillas blancas como un muerto bajo el sombrero.
Pasó medio minuto y...
  - ¡GRYFFINDOR!
Eric a poco se pone a aplaudir con los demás Gryffindor mientras Cloe, mareada, iba hacia su nueva casa.
Sonreí orgullosa y alegre por ella.
Pero de repente pensé en que a lo mejor no íbamos a la misma casa.
Ella era valiente, era una buena Gryffindor... Yo en cambio, me consideraba poco valiente.
Derrick, Hortense:Slytherin
La mitad de los chicos ya había sido seleccionados para una casa.
  -¡Lestrange, Jera!
La pequeña figura de Jera paso junto a mi y se subió al taburete con los hombros hundidos y la cara insensible.
El sombrero tardo un poco en elegir a Jera. Al fin, dijo su casa.
  - ¡SLYTHERIN!
Eric gruño con asco a mi lado.
  -Jamás pensé que sería una Slytherin.Me encogi de hombros. Para mi, despues de todo, los de Slytherin no eran tan malos. al menos aquella chica tan callada y delicada no Lo era.
Después las gemelas Nina y Corina. La primera una Gryffindor y la segunda Slytherin. Era una cosa tan rara que provocó algunos murmullos. Aún así. las dos gemelas se saludaron y se felicitaron desde las dos esquinas del Gran Comedor con alegría.
  - ¡Flume, Ian!
Un chico tembloroso delgado y se cabello castaño pasó temblando junto a Eric y le lanzó una sonrisa nerviosa. Seguramente habían ido juntos en el tren.
  - ¡GRYFFINDOR!
¿Y si no encontraban una casa para mi? ¿Y si me decían que no era bruja, que todo era una equivocación? ¿O que no tenía las actitudes para ninguna de las casas?
  - ¡Rayden, Eric!
A poco me pongo a chillar al verle irse de mi lado con una sonrisa para animarme. Estaba sola, total y absolutamente sola.
Sentí el frío y húmedo hocico de Nuts acariciarme el cuello y me senti un poco mejor.
No tan sola, al menos.
Le pusieron el sombrero a Eric, apenas lo tuvo un segundo sobre su cabeza cuando el sombrero grito su casa. Y no me sorprendió en absoluto.
  - ¡GRYFFINDOR!
Casi saltando se bajo del taburete y corrió a sentarse junto a Cloe para revolverle el cabello mientras está protestaba y la golpeaba con el hombro.
Después salieron dos gemelos. Scamander, Lisander y Lorcan. Ambos Ravenclaw.
Umbridge, Miriam:Slytherin.
Vane, Elisabeth: Hufflepuff.
Wittman, Sam: Gryffindor.
Sólo quedabamos una chica negra con cara de malas pulgas, y yo.
  - ¡Wolf, Clarie!
Mi estómago dio un vuelco y por un segundo pensé que iba a vomitar.
Avance con pies pesados hacia el taburete.
Sentía mis manos temblar conforme me sentaba en el taburete.
Observé el gran comedor durante un segundo y después... El sombrero me tapó los ojos.
Olía a humo, a moho y a metal.
  -Vaya, vaya. Así que crees que soy orgulloso ¿no?-dijo una voz en mi oreja sorprendiendome.
Pegué un respingo y aprete las manos con fuerza.
  -Veamos que hay por aqui... Mm... Pareces muy confundida ¿no? Si, así es. Puedo ver tú inteligencia y tú astucia... serias una buena Ravenclaw y también Slytherin. Aunque también puedo ver algo de vagancia-senti mis mejillas ponerse al rojo vivo-pero con una buena motivacion serias una perfecta Hufflepuff.
Ante mis ojos pasaron los alumnos que había recomendado a cada casa. Me detuve en Cloe y Eric.
  -Sin duda, cuando uno encuentra a su primer amigo se niega a abandonarlo. Aunque serias una buena Gryffindor también tienes muchisimo potencial como para no ir a Ravenclaw.
¿Ravenclaw? ¿De verdad creía que era tan lista?
  - ¡Sin duda alguna! ¡Yo nunca me confundo!-Me aseguro.
Fruncí el ceño. No, no quería alejarme de Cloe. Me caía bien y Eric también. Además, nos habíamos hecho amigas y confiaba en ella. No queria empezar sin ella.
  -Aunque esa cabezoneria tuya no es propia de un Ravenclaw, no cuando no tienes razón-dijo casi de manera cansina-eres una buena amiga, por ello creo que ya se cual será la casa en la cual demuestres tú verdadera forma de ser.
Pensé en Hufflepuff y me estremeci.
  -Sin duda estas muy equivocada.... ¡GRYFFINDOR!
Casi me da un vuelco al corazón cuando me quitó el sombrero y observé la mesa que me aplaudía como loca.
Con una gran sonrisa y sin mirar atrás me senté entre Eric y Cloe mientras un montón de gente me daba la enhorabuena.
Sentía mis mejillas arder y casi estaba sudando de los nervios. Pero ahora estaba todo bien.
Observamos a la ultima alumna.
Fanzy Zabini: Slytherin.
Corriendo se sentó en su mesa mientras observaba la Mesa de los Profesores.
El gigante, Hagrid estaba en una esquina con una gran sonrisa observando a los alumnos con alegría. En el mismo centro, sentado en una gran silla de oro, estaba el director. Neville Longbottom. Era un hombre de estatura normal, cabello canoso y mejillas regordetas. Con una capa de color azul oscuro que brillaba con las velas.
Se levanto al ser retirado el taburete y nos observó con amabilidad.
  - ¡Bienvenidos alumnos de Hogwarts! Me gustaría deciros como todos los años, que estudieis y os prepareis para un buen curso-dijo sonriente-Y como se que os estareis muriendo de hambre. Os invitó a comer.
Por arte de magia, aparecieron frente a nosotros un interminable surtido de platos.
Mis ojos brillaron y mi estómago rugio hambriento. Sin duda los nervios me habían quitado en hambre antes y me habían dejado con más.
Así que comencé a atacar a la comida.
Nuts, salió de su escondite y colocandose a mi lado comenzó a pedirme comida.
Le di todo aquello que sabía que le gustaba mientras me artaba a comer.
  - ¿Eso es un huron?-Pregunto el chico tembloroso de cabello castaño, Ian Flume.
Asenti con la cabeza y me eche a reír cuando Nuts se dio por aludido y se puso sobre sus patas traseras para exibirse.
  -Es bastante coqueto, al parecer-observó una de las gemelas, Nina.
Su cabello era rojo como el fuego y sus ojos azules como zafiros. Tenía un montón de pecas sobre su nariz pequeña.
  -No suele serlo... A no ser que le mire mucha gente-expliqué.
Acaricie a Nuts en la coronilla. Este hizo su típico ruido, ronrroneo y subiendo por mi brazo se enrrosco a mi cuello.
Después de algunas preguntas más o menos generales y poco profundas, comenzaron a preguntar por el estatus de sangre de cada uno.
Muchos tenían los dos padres magos, pero algún abuelo muggle. Otros tenían abuelos y tatarabuelos magos,  como Eric y Cloe que venian de una gran familia. Aunque aún había algún primo o tío casado con algún muggle. Había pocos hijos de muggles aparte de mi, pero si muchos mestizos.
Aún así, todo estábamos más o menos al mismo nivel en cuanto a magia.
También conocimos a Nick Casi Decapitado. El pobre hombre con su cuello decapitado a mitad daba un poco de grima y por poco me quita las ganas de seguir comiendo.
Los postres fueron interminables y sabrosos con todo tipo de dulces y pasteles. Estaba en el mismo cielo.
Poco a poco mi estómago se llenaba y cada vez me encontraba mucho mejor y más cansada también. Sólo quería irme a la cama y dormir durante unas cuantas horas.
Al desaparecer los postres, el profesor Longbottom se levanto. Todo el salón se quedó callado.
  -Como cada año, hay algunas reglas y anuncios que debo deciros. Los de primer año debeis saber que los bosques del área del castillo están prohibidos. Por supuesto, la mayoría de veces los alumnos revoltosos no me hacen caso. Pero este año es de especial importancia. Nunca se sabe que animales hay ahí y me gustaría pediros que no entreis sin la supervisión de Hagrid u otros profesor. La señorita Desmond me a pedido que os recuerde y advierta que está prohibido hacer magia en los pasillos, usar algún tipo de juguete y o artefacto mágico que pueda suponer una violación a la tranquilidad de está escuela o de los alumnos. Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana de curso. Los que estén interesados en jugar que se pongan en contacto con la señora Bell.
Después de esto, os pido que mantengais la calma y canteis el himno del colegio todos juntos-sacudio su varita y una cinta color lavanda se retorcio formando palabras- Cada año lo hacemos en honor a un caído en La Gran Guerra. Este año me gustaría hacerlo por los hermanos Creevey, Colin y Dennis. Un par de niños que murieron por luchar en lo que creían.
Sentí un extraño escalofrio subirme por la boca del estómago tras saber que a que guerra se refería el director Longbottom.
"Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts
Enseñanos algo, por favor.
Aunque seamos viejos y calvos
O jóvenes con rodillas sucias,
Nuestras mentes pueden ser llenadas
Con algunas materias interesantes.
Porque ahora están vacías y llenas de aire,
Pulgada muertas y un poco de pelusa.
Así que enseñanos cosas que valga la pena saber,
Haz que recordemos lo que olvidamos
Hazlo lo mejor que puedas, nosotros aremos en resto
Y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman"
Y tras terminar todos de cantar a diferentes ritmos, el director hizo desaparecer la cinta.
  -Ahora es hora de ir a la cama. Buenas noches y espero que mañana sea un gran día para todos.
El revuelo que se formó en un segundo fue increíble.
  - ¡Gryffindor de primer año por aquí!-Grito un chico mayor llamándonos.
Como ovejas fuimos hacía donde nos decía y formando una fila nos llevó a las habitaciones.
El chico y la chica nos decían por donde debíamos ir y que peligros y bromas evitar. Al parecer había un fantasma bastante pesado que gastaba bromas.
Subimos pisos y pisos. Hasta que llegamos a un pasillo donde a Lo lejos había una mujer gorda con un vestido de seda rosa.
  - ¿Contraseña?
  - Fresitas con nata-dijo el chico.
Boquiabierta observé el retrato apartarse y mientras tanto alcé la mirada para ver los cuadros.
Se estaban moviendo ¡Moviendo! ¡Como sí estuvieran vivos!
No me dio tiempo a mirar mucho más porque entramos por el agujero redondo que dejaba ver el retrato de la señora gorda.
Y entre en mi sala común.
Era una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones, una larga mesa, una chimenea..
Una de las chicas mayores nos llevó por una puerta a La zona de las chicas y nos separó en dos habitaciones. Subimos una escalera de caracol, de Lo que estaba casi segura que era una de las torres, y entre en mi habitación.
Me había tocado con Cloe y con Nina.Las otras dos chicas, Alexandra Stalk y Bonnie Beamish no había cruzado palabra con nosotras.
Bonnie era rubia con el cabello rizado y los ojos marrones. Alexandra o Alex como quería que la llamaramos, era una chica negra con el cabello lleno de trencitas recogidas en una coleta alta con los ojos dorados.
Ninguna de las dos hablo mucho. Las dos tenían gato. ¡Estupendo! Ya estaba sufriendo por el pobre Nuts.
Nos fuimos a nuestras respectivas camas y sacamos nuestro pijama para ponernoslo.
Tras hacerlo nos metimos en la cama y corrimos las cortinas.
Mi cama estaba pegada a la de Cloe.
Pude verla a través de la pequeña línea que había dejado entre las dos cortinas.
  -Menuda suerte que vayamos a la misma casa ¿no crees?-Dijo con una sonrisa.
Asenti y sonreí debilmente.
  -Suerte, si-contesté.
  -Mañana nos espera un largó día... Mejor nos dormimos. Buenas noches Clarie-Se despidió Cloe.
  -Buenas noches-dije y oí como cerraba del todo sus cortinas.
Yo no las cerré. Me quedé en silencio con Nuts sobre mi pecho acurrucado mientras le acariciaba. Podía ver el cielo desde la ventana al lado de mi cama. Se veía unas hermosas estrellas y una gigantesca luna.
No podía creermelo todavía. Hacia sólo unas horas estaba con mi familia en un coche de camino a Londres. Ahora estaba en una escuela mágica con mis amigas brujas y esperando al día de mañana para aprender ha hacer magia.
Una locura, sin duda.
Suspire y me di la vuelta en la cama colocando a Nuts a mi lado, para no aplastarlo.
Pronto, el sueño me venció.

Capítulo siete. La travesía de los primerizos.

  - No sabía que alguien pudiera llegar a tener tanta fuerza...-dije mirando por la ventana.
Estaba anocheciendo fuera mientras el tren seguía pasando por amplios campos vírgenes y hermosos.
La terrible historia que me acababan de contar Cloe y Eric, me había dejado sorprendida.
  -Con magia, todo es posible... O eso es lo que los muggles suelen decir-dijo Eric comiéndose un caldero de chocolate. Estaban terriblemente buenos y a pesar de que me lo aconsejaron, me había comido un gran surtido de chuches y además, a pesar de habermelo advertido Cloe y Eric, me arriesgue con las grageas de todos los sabores.
  - ¿Y porque nadie lo detuvo antes? ¿Porque tuvieron que esperar a ese tal Potter?-pregunté curioseando en el paquete de grageas.
Cogí una de color morado y la saboree con delicadeza.
  - Ummm.... Berenjena-dije con el ceño fruncido.
  - Suerte has tenido de momento-dijo Cloe echandose a reír y cogiendo una gragea con cuidado, observandola.
  - Nadie detuvo a quién-tú-sabes porque nadie era tan fuerte como el. Fuerte, poderoso, tenebroso e invencible-explico Eric.
Fruncí el ceño alzando los pies sobre el asiento, para acomodarme.
  -Suerte que ya no existe... Sino no podria ir a Hogwarts, ¿no?
Los dos se miraron entre ellos y asintieron con la cabeza, dándome la razón.
  -En ese caso... Lo disfrutare-dije achuchando a Nuts.
Este hizo su típico ruido gorgeante y siguió comiendo sus golosinas.
El día había pasado a gran velocidad, la larga historia del oscuro pasado mágico me había hecho pensar en la vieja historia del señor Ollivander.
¿Acaso todas las historias entre el bien y el mal en este mundo eran tan radicales? ¿Como podía alguien llegar ha hacerse tan malvado? ¿Como una persona podria dormir tras acabar con la paz del mundo y la vida de tanta gente?
Muchos dirían que al ser tan pequeña, no lo comprenderia. Pero, realmente dudaba que ni con once años ni con cien, llegaría a comprender ese tipo de locuras.
El barullo que se monto fuera del vagón mientras meditaba sobre la historia que me habían contado, hizo que Eric se levantará y se asomara por la puerta.
Un par de segundos después, volvió a meter la cabeza en el compartimento.
  -Estas pasando los mayores diciendo que nos cambiemos. Volveré a mi compartimento para cambiarme-dijo cogiendo un regaliz 'escalofriante' y abriendo la puerta del todo-nos vemos cuando lleguemos a la estación.
  -De acuerdo. Nos vemos luego-dijo Cloe despidiendose.
  -Hasta luego-me despedí.
Nos lanzo una última sonrisa y se fue cerrando tras de si.
Cloe y yo nos levantamos del asiento y abrimos nuestro baules para sacar nuestros uniformes y tunicas.
Nos cambiamos en silencio, ocultando la una a la otra el terror que teníamos de llegar a Hogwarts.
Una voz retumbo de repente en el tren.
  -Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos. Por favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevaran por separado al colegio.
Bueno, al menos no tendría que estar cargando con el baul por, a saber que colina, de hierba hasta llegar a mi futuro hogar.
Una vez cambiadas nos sentamos otra vez. De nuevo, avergonzada la una de la otra.
Estaba claro que sólo podíamos hablar si el extrovertido de Eric estaba con nosotras.
¿Como sería Hogwarts? ¿Sería bien recibida allí? Estaba claro que los Slytherin no me aceptarían. Nunca lo hacían, así que ni de broma acabaría en su casa. Pero claro... Ni yo misma lo sabía.
  - ¿Donde meteras a Nuts durante la cena? ¿Lo dejaras en su cesta?-Pregunto Cloe.
Fruncí el ceño y bajé la mirada hacia Nuts. Lo cogí y lo alcé hasta ponerlo a la altura de mis ojos.
  - ¿Te querrás venir conmigo? Tendrás que estar muy escondido y callado si lo haces-le advertí.
El tren estaba bajando su ritmo poco a poco.
Nuts se revolvio entre mis manos y se metió entre los pliegues de mi capa hasta encontrar el bolsillo interno donde se oculto.
Me eché a reír cuando asomo su pequeña cabeza por el cuello de la capa.
  -Mucho mejor ahí-dije rascandole la coronilla.
  - ¿Tienes pensado llevartelo a clase?-pregunto Cloe.
Me encogi se hombro y evite mirarla mientras acariciaba el hocico de Nuts de manera constante.
  -Desde que lo adopte hace un mes... No me he podido separar de el. Ha sido mi único amigo-dude un segundo-los demás niños me tenían miedo o no se acercaban porque creía que era rara. Mucho no se equivocaban ¿no?
Cloe fruncio el ceño ante mi sonrisa temblorosa y forzada.
  -A mi me gustas. Por muy rara que seas yo también lo soy-entonces me sonrio-podemos ser raras juntas.
Le sonreír agradecida. Una amiga, una de verdad, por primera vez tenía una amiga que me podía comprender y pasaba lo que yo pasaba.
  -Gracias Cloe-dije timidamente.
Ella simplemente se limito a sonreirme mientras el tren se detenía en la húmeda noche.
Sentía la sangre huir de mi rostro cuando todos comenzaron a desfilar por los pasillos.
Abrimos la puerta y salimos al pasillo. Allí nos llevaron entre empujones y bromas de alumnos mayores hasta el exterior.
Salimos a un pequeño anden, frío y oscuro. Se me pusieron los pelos de punta mientras Nuts olisqueaba desde la pequeña apertura que tenía para asomarse.
Una gigantesca lámpara apareció a un par de metros de nosotras, sobre todas las cabezas de los alumnos.
  - ¡Los de primer año! ¡Vamos los de primero! Más deprisa, venir aqui-gruñia una voz grutal por encima del barullo de los alumnos.
Me estremeci cuando, al acercarnos un poco, vi al portador de la lámpara.
Era un hombre gigantesco, dos veces más alto que un hombre normal y varias veces más ancho. Asustada, me sentí tan pequeña como una hormiga mientras nos miraba a todos entre una maraña de pelo encanecido.
  -¡Vamos niños! ¿Queda alguno de pri...? ¡Magnus! ¡Detente!-grito el gigante cuando un gran perro casi del tamaño de un poni se alejo de su lado y se lanzó a por los alumnos de primero.
Todos gritaron como locos y se alejaron, sólo fue cuando sentí a Nuts encogerse sobre si mismo cuando comprendí hacia donde iba.
Abrace mi pecho donde Nuts daba bandazos como un loco y plante los pies en el suelo.
Justo cuando el gran perro estaba a un metro, me protegi el rostro.
Los gritos asustados se cortaron y se sustituyeron por un olfateo frenetico.
Abrí los ojos ligeramente y me tope con la gigantesca cabeza del perro olisqueando mi pecho.
Un segundo después soltó un gruñido y me pegó un sendo lameton en la mejilla.
  - ¡Maldito cachorro! ¿Estas bien pequeña?-Pregunto el gigante agarrando al gran perro negro.
Asenti con la cabeza y me limpie las babas de la mejilla.
  -Sólo estaba curioseando. No me ha hecho nada-le asegure y alcé la mano para rascarle detrás de las orejas.
El gran perro cerro los ojos y con un ruido lastimero aporreo el suelo con la pata.
  -Está bien niñita. En ese caso....¡Los de primer año seguidme!-ordenó y se puso en marcha dando grandes zancadas.
  -Creí que te iba a devorar-dijo Eric acercándose con Cloe.
  -Que pena que no haya sido así ¿no?-le especte con una pequeña sonrisa.
  -¡No digas eso! Me he asustado-reconoció Cloe.
  -Estoy bien-les asegure.
Les di la espalda y seguí al gigante con los demás alumnos de primero.
Nos llevó por un camino embarrado por el que muchos nos resbalamos un par de veces. Me incluia en ese grupo, ya que por lo general solía ser bastante patosa en cualquier cosa que no fuera correr o nadar.
El sendero estaba oscuro, demasiado. Apenas veía más allá de un metro. Toquitee mi varita, sabía que había conjuros para iluminar un camino. Que pena que fuera seguramente entre las únicas que no conocía un embrujo propiamente dicho.
  -¡Preparaos! En menos de diez segundos vereis por vez primera Hogwarts-dijo el gigante gritando por encima de su hombro.
Seguimos su luz y se perdió por un segundo en una curva, al trasparsarla vi por primera vez Hogwarts.
De repente un gran alboroto se formó al ver el gigantesco castillo.
Sentí un cosquilleo en el estómago y un ardor en las yemas de los dedos.
El estrecho sendero desembocaba en un gran lago negro y algo tenebroso. Sobre una gran montaña, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas. Las ventanas tintilleaban y nos llamaban produciendo una sensación de calor y familiaridad que nunca había sentido.
  - ¡Subid en los botes! No más de cuatro en cada uno-ordenó el gigante.
Una larga fila de botes, estaban reposando en la orilla. Avanzamos hacia uno y nos sentamos en el.
Sólo estábamos tres.
Los grupos se hicieron muy pronto a excepción de un par de personas.
  - ¡Eh, tú! ¡La chica rubia!-grito Eric señalando a una pequeña chica de hombros caídos que observaba alejada de la orilla a sus compañeros.
La chica de palidas mejillas y pronunciadas ojeras nos observó sorprendida. Era bastante bonita. Con el cabello rubio platino liso hasta los hombros, rostro delgado y grandes ojos azules.
Su constitución era muy parecida a la mía. Aunque puede que ella pareciera más delicada, enferma en realidad.
  - ¡Vamos! Sube, corre-le instó Eric.
La chica con pies ligeros corrió hasta nuestro bote y se monto en el en total silencio.
  - ¿Estáis ya todos arriba?-Pregunto el gigante-¿Si? Está bien... ¡Adelante!
El grupo de botes se puso en marcha al mismo tiempo, al compas, avanzando con la marea y seguramente con magia.
  - ¿Porque no te has subido rápido a un bote? A poco te quedas en tierra-dijo Eric mirando a la chica rubia.
Está observó a Eric casi con terror en sus ojos azul turquesa.
  - No quería molestar-susurro con una voz frágil y delicada.
Además de esa pequeña conversación, los demás estaban callados como muertos.
La chica rubia parecía estar tan nerviosa que incluso temblaba como un chihuahua.
-Me llamó Clarie Wolf-dije en un susurro tan bajo que no pensé que lo hubiera oído a pesar de estar a unos centímetros de mi.
Sus ojos se alzaron y se clavaron en mi de una manera penetrante y algo apagada y triste.
  -Jera Lestrange-dijo en un susurro.
Sonrei dulcemente, para darle animos. Sabía perfectamente lo mal que se pasaba al estar entre desconocidos.
Vi un pequeño brillo en sus ojos apagados y eso me alegro.
  -¡Bajad las cabezas!-Ordenó el gigante mientras los botes delanteros alcanzaban un peñasco.
Todos agachamos las cabezas mientras una cortina de hiedra nos pasaba por encima y revelaba una ancha abertura en la parte delantera del peñasco.
Entramos en un oscuro túnel que provocaba una horrible claustrofobia y debía de pasar justo debajo del castillo.
Los botes se detuvieron al fin en una especie de viejo muelle subterráneo.
Nos bajamos del bote con la ayuda de Eric y a continuación comenzamos a subir rocas y guijarros ayudándose los unos a los otros.
Al reuinirnos todos tras bajar de los botes, subimos un pasadizo en la misma roca. Todos tras la farola del gigante, teníamos demasiado miedo para alejarnos.
Al acabar el pasadizo llegamos a un césped suave y humedo que nos permitió descansar de las resbaladizas rocas y acabar bajo la larga y protectora sombra del gigantesco castillo.
Subimos entre murmullos unas escaleras de piedra y nos detuvimos frente a una gigantesca puerta de roble.
El gigante alzó la gran manaza y golpeó tres veces con su puño la puerta.

Capítulo seis. ¿Amistad?

El baul pesaba demasiado para dos alumnas de primero tan pequeñas como nosotras.
Aún así, tuvimos suerte de encontrar un compartimento vacío no muy lejos de la puerta.
Por ello nos metimos rápidamente antes de que nadie se hiciera con el.
  - ¿Te ayudó?-Pregunto Cloe al verme apurada.
El baul tenía casi el mismo tamaño que yo y seguramente pesabamos más o menos lo mismo. Por ello me resultaba imposible subirlo al estante de los baules.
Le sonreí avergonzada.
  -Por favor.
Cloe sonrio y con su ayuda conseguimos colocar el baul en su sitio. A continuación, le ayude a subir el suyo.
  -Un buen trabajo en equipo, ¿no crees?-dijo Cloe con amabilidad.
Asenti avergonzada con la cabeza y me senté en los asientos mullidos del compartimento.
Nos quedamos calladas un rato mientras ella miraba por la ventana.
  - Tú hermano, el señor Crow... Carter.... Ha sido muy amable conmigo y mi familia-le comente tras unos minutos de silencio.
Cloe apartó la mirada de la ventana y la clavo en mi.
  -Cart se toma su trabajo muy en serio. Por eso papá dice que va a llegar lejos-explico Cloe.
Asentí de nuevo con la cabeza. La verdad es que se me daba mal continuar las conversaciones.
De nuevo un silencio y Cloe volvió a mirar por la ventana.
Me sentía algo incómoda, nunca hablaba con gente de mi edad. Siempre me había desenvuelto bien entre los adultos y hasta ahora los había preferido. Ellos no podían ser tan crueles como los niños... Al menos la mayoría.
  - ¿Tienes ya pensada alguna casa? ¿O vas a dejar que él sombrero elija por ti?-pregunto de repente Cloe.
Le observé confusa por la pregunta un segundo, después reaccione al saber a que se refería.
  -No lo se... Tú hermano me hablo un poco de las cuatro casas pero... La verdad es que no tengo ni idea-confese.
Cloe sonrio ligeramente y se inclino hacia mi.
  -Yo podria ayudarte. Toda mi familia a pertenecido a una casa diferente... Aunque nunca Slytherin por supuesto. Mamá fue Hufflepuff, papá Gryffindor y Cart Revenclaw. Para mi Hufflepuff es aburrido y soy demasiado tonta para ser Revenclaw... Así que puede que piense en Gryffindor-explico.
Fruncí él ceño.
  - ¿Que es eso de que eres tonta para Revenclaw?-pregunté curiosa.
Rondo los ojos como si fuera la cosa más sencilla del mundo.
  -En Revenclaw está la inteligencia. En Hufflepuff perseverantes y leales. Gryffindor valientes y osados. Slytherin astutos y retorcidos.... Si no eres él más inteligente no serás Revenclaw, si no eres un aburrido amable y pones siempre la otra mejillas no serás Hufflepuff, si no eres valiente y aventurero no serás Gryffindor y si no sabes jugar sucio no eres un Slytherin-explico.
Alcé una ceja con incredulidad.
  -Diciéndolo así ninguna pinta muy bien, la verdad.
Cloe me observo un segundo y luego se echo a reír.
  -Ya, perdona, es que debo pensar de esa manera si de verdad quiero elegir cual va a ser mi casa los próximos siete cursos-se disculpo.
Me encogi de hombros.
  -Tiene sentido... ¿Y no te decantas por ninguna?-pregunté.
Ella nego con la cabeza.
  - ¿Y tú ahora?-pregunto ella.
  - la verdad es que no-suspire.
La puerta se abrió de golpe.
  -¡Gryffindor! ¡Donde van los valerosos y nobles!-dijo un muchacho entrando con una gran sonrisa.
Se sentó al lado de Cloe y le revolvio él cabello.
  - ¿Que tal primita?-pregunto con voz burlona-Veo que has recibido la carta de admisión.
  - ¡Claro que si Eric! ¿Como no voy a recibirla? A veces tienes unas cosas...-dijo con un suspiro y me miro-Clarie, este es mi primo segundo Eric, tambien va a comenzar primero y rezo porque no vaya a mi casa-dijo con una falsa sonrisa mirando a su primo.
  - Sólo hay que ver él cariño que me tienes remarcando lo de primo segundo-entonces se volvió para mirarme-encantado de conocerte, Eric Rayden.
Estreche la mano que me tendía roja como un tomate.
  -Clarie, Clarie Wolf.
Me fije en su primo. No tenían nada que ver el uno con él otro. Eric era alto y desgarbado, cualquiera diría que tenia nuestra edad. Tenia él cabello castaño oscuro, rostro pálido, con pomulos delgados, nariz redondeada, grandes ojos llenos de pestañas y... Madre mía. Tenía unos ojos preciosos. No podía apartar la mirada de ellos.
Durante mi vida había visto a mucha gente con los ojos grises pero los suyos no eran grises... Parecían plata líquida y llamaban tanto la atención con aquellas espesas y largas pestaña negras que... Te quedabas embobada.
  -Bonito huron, ¿como se llama?-pregunto acercándose a Nuts con la mano ligeramente alzada-¿Se puede tocar?
Fruncí el ceño pensativa mientras acariciaba su hocico con delicadeza.
  -Es muy protector... No se como le va a sentar que...-pero antes de que terminara la frase Nuts estaba alzando el hocico y olisqueaba la mano de Eric.
Este se echo a reír.
  -Me hace cosquillas con los bigotes-dijo mientras le rascaba la cabeza.
Se sentó a mi lado y comenzó a jugar con Nuts.
Sorprendentemente, este le seguía la corriente
  - ¿En que compartimento estas?-Pregunto Cloe.
  - Unos compartimentos de este-se limito a contestar.
Cloe asintio con la cabeza y se levanto para abrir su maleta y sacar una revista de ella... "El quisquilloso"
  - ¿Sigues leyendo esa revista? Es tan... Patetica. Perdió todo su encanto cuando el señor tenebrosos cayó y Potter se convirtió en uno más entre los magos-dijo Eric haciendo cosquillas en la panza a Nuts.
  - ¡Ogh! Cállate Eric-exclamo Cloe ofendida-aún sigue siendo divertida e interesante. Sabes que no me gusta porque antes hablara de Harry Potter y el-que-no-debe-ser-nombrado.
Eric le hizo una mueca brulona imitandola y siguió jugando con Nuts.
  - ¿Quienes son esos? Ese tal Harry Potter y el-que-no-debe... Como sea-pregunté curiosa.
Eric alzó rápidamente la mirada con sorpresa y luego miro a su prima.
  - ¿Como no va a saber quienes...? Espera...-se volvió a mirarme-¿Eres hija de muggles?-pregunto.
Me sonroje al instante y clave la mirada al suelo.
  - ¿En serio? En ese caso hay muchas cosas que debes saber del mundo mágico antes de entrar a Hogwarts. Por tú propio bien, más que nada-se explico Eric.
Alcé la cabeza para mirarle.
  - ¿Que es eso que debo de saber?-pregunté.

Capítulo cinco: Adios Clarie muggle. Hola Clarie bruja.

¡¡¡¡RIIIIIIINNNG!!!! ¡¡¡¡RIIIIIIINNNG!!!! ¡¡¡¡RIIIIIIINNNG!!!!
El despertador se corto con un golpe patoso de mi brazo.
Gruñi contra mi almohada y me estire con fuerza antes de abrir los ojos.
Unos ojos pequeños azul claro me observaron con curiosidad.
  -Buenos días Nuts-dije con un bostezo.
Me frote los ojos y me tumbe boca arriba en la cama.
La casa estaba silenciosa y un débil rayo se luz se filtraba entre mis cortinas.
Debía de hacer sol de nuevo. Mejor, así podria pasar el día en el jardín con Nuts y...
De repente me enderece en la cama y mire a mi alrededor.
Mi cuarto estaba practicamente vacío, mis estanterías sin fotos y algunos recuerdos ya no estaban, al igual que algunos de mis libros.
Mi armario estaba abierto y casi vacío.
Mire a mi pequeño huron que se acomodaba en mi almohada. Había crecido mucho en estas tres semanas, hasta el punto de ser igual de grande que sus hermanos. Además había cogido un aspecto bastante más saludable.
Inmediatamente después, mi mirada fue a parar al calendario que había pegado en mi puerta.
Todos los números de agosto estaban tachados con rotulador. Eso significaba...
Salí de un brinco de la cama y abrí la puerta a toda prisa mientras Nuts corría en mis pies.
Aporree la puerta de mis padres con fuerza.
  - ¡Hoy es el día! ¡Mamá, papá, ha llegado el día! ¡ME VOY A HOGWARTS!-grite entusiasmada.

  - ¿Seguro que lo llevas todo Clarie?-preguntaba mi madre volviendose en el asiento del copiloto.
Con un suspiro volví a pasar lista.
  -Baul, cesta de Nuts, dinero, ropa interior, pantalones, camiseta y... Zapatos-dije mirándome de arriba a abajo
  - ¿Y los calcetines?
Levante la pierna y estiré la tela del vaquero para enseñarle mis calcetines.
Mi madre sonrio y se lo devolví.
  -Estupendo, estas perfecta-dijo con cariño y a la vez un poco de dolor.
Era la primera vez en mi vida que me alejaba de ellos. Jamás había podido irme de campamentos por el simple hecho de que podria haber realizado magia sin darme cuenta y hacer que el fuego se propagase, o que las tiendas se campaña desaparecieran... Lo típico que me solía pasar.
  -Estare bien mamá, te escribire todas las semanas-le asegure.
Mamá sonrio y asintio con la cabeza.
  - ¿Y tú varita? ¿También la llevas?-Pregunto Ben.
Sonreí y abrí el bolsillo del baul donde tenía las cosas más a mano. Allí, estaba mi varita.
  -Sería muy mala bruja si no la llevara ¿No crees?-le especte.
El asintio con la cabeza y miro al baul con aprension.
  - ¿Crees que iré a Hogwarts algún día?-pregunto.
Inmediatamente los ojos de mamá y papá se clavaron en nosotros a través de los espejos.
Según papá y mamá mi magia comenzó cuando sólo tenía seis años... Ben aún no había mostrado signo alguno de ella.
  -¡Claro que si!-dije rápidamente. Su rostro se ilumino, le sonreí-vas a ver que gran mago te harás. Puede que igual que el señor Crowlen.
Sus ojos chisporrotearon y volvió el rostro a las transitadas calles de Londres.
Sabía perfectamente que era lo que le pasaba por la cabeza. Se estaría imaginando está misma situación, pero el siendo el Wolf está vez que va a Hogwarts. Me preguntaba como afectaría a nuestra relación el echo de que Ben no acabara en Hogwarts.
Sacudi la cabeza y mire a lo lejos por la ventana.
No quería pensar en esas cosas.
Al aparcar en la estadion King Cross sentía el trasero entumecido.
Me había pegado horas dentro del coche para llegar hasta aquí... Nos habíamos tenido que levantar a las seis de la mañana... Suerte que sólo a sido meternos en el coche con el pijama y hacer todo allí.
Ahora mismo, por culpa del tráfico era tarde.
  - ¿Señor Crowlen? ¿Que hace aquí?-pregunté mientras veía como se acercaba con un carro y ayudaba a mi padre a bajar el baul y el resto de cosas.
  -Digamos que... Me imaginaba que llegarían con el tiempo justo. Así que me ofrecí a ayudarles. Además, hay de alguien de quién me tengo que despedir-dijo con una sonrisa.
Estaba casi segura de que no se refería a mi.
  -Venga, vamos-nos apremio.
Nos pusimos en marcha y entramos en la estación.
Nunca había viajado en tren. Si lo había echo en metro, pero sin duda la estación no estaba tan llena como hoy aquí.
Puede que fuera que la mitad eran alumnos de Hogwarts. Se les podía distinguir por sus grandes baules, lechuzas y gatos metidos en jaulas.
Los pocos que vi, iban casi corriendo en la misma dirección que nosotros.
Me senti aliviada al saber que no éramos los únicos que habíamos llegado tarde.
Anden cinco. Anden seis. Anden siete.
Todos pasaban a una gran velocidad mientras prácticamente corriamos y despertabamos la curiosidad de la gente.
Anden ocho.
  -Vamos, corred-ordenaba el señor Crowlen.
Así que corrimos y corrimos.
Volví la vista al gran reloj de la estación. Diez y treinta y cinco.
Anden nueve.
De repente, el señor Crowlen se detuvo en seco.
Esto provocó una detención tan brusca que Ben me embistio y me empujón contra papá.
  -¡Ten mas cuidado Ben!-le ordene con el ceño fruncido-Poco más y aplastamos a Nuts-dije sacando a mi pequeño huron del bolsillo delantero de mi camisa.
  -Muy bien familia Wolf. Primero pasará Clarie. Después usted señor Wolf con Ben y yo pasare con la señora Wolf-dijo el señor Crowlen.
  - ¿Pasar?-Repetí confundida-¿Pasar a donde?
El señor Crowlen sonrio.
  -Es cosa de magia-Contestó y se echo a reír ante su propio chiste. Me pasó el carrito-Agarralo bien y corre hacia esa columna.
Pegue un respingo.
  - ¿Que corra hacia donde?
El señor Crowlen me posiciono frente a la columna.
  -Cuando yo te lo diga, corre hacia la columna. No tengas miedo, no pasará nada-me aseguro.
Mire a mamá y a papá.
Me pregunte Si ellos estarían tan asustados como yo.
Suspire y me aparte el mechon de cabello que había caido sobre mi rostro.
  -Todo sea por la magia.
Me coloque donde me decía el señor Crowlen. El muro parecía tan sólido....
Anden 9 y  3/4, espero que no me devores.
Eché a correr.
No había vuelta atras. Estaba a unos metros.
Iba a morir aplastada, iba a morir aplastada.
Cerré los ojos con fuerza y espere el golpe.
Y espere y espere y espere.
  -¡Ten cuidado pequeña niña!-dijo una voz de hombre.
Abrí los ojos y vi a un joven pecoso alto y delgado con el color rojo fuego y cara alargada.
Me agarro del codo y tiro de mi para apartarme de la columna.
Un segundo después, papa y Ben aparecieron. Los dos blancos como muertos y con los ojos cerrados.
  - ¡Eh Ben! ¡Papá!-Les llame.
Estos abrieron los ojos y corrieron hacia mi.
  - ¿Queda alguien más?-Pregunto el pelirrojo.
  - Sólo mamá y el señor Crowlen-contestó Ben.
Y un par de segundos después, ahí estaban.
  - ¿Una experiencia interesante?-Pregunto en todo burlon.
Fruncí el ceño y le di la espalda para ver la estación mágica.
Inmediatamente se me desprendio la mandibula de la cara.
Era increible.
La estacion estaba llena de niños. Algunos más mayores que otros, muy pocos llevaban ya el uniforme, pero quienes los llevaban tenían una especie de medalla en su capa. Eran todos mayores.
  -Venid conmigo, tengo que presentarte a alguien Clarie-dijo el señor Crowlen.
Le acompañamos mientras observaba a los alumnos.
La mayoria nos ignoraban, supongo que a los mayores, los de primero poco les importaban.
El señor Crowlen caminaba con decisión y mucha gente se paraba a saludarle. Era conocido, bastante al parecer.
De repente se detuvo y le dio unas palmadas a un hombre algo mayor y medio calvo de cabello entrecano.
Este se giro y con una gran sonrisa abrazo al señor Crowlen.
  -Hijo mío ¿que tal estas?-Pregunto dándole una fuerte palmada en la espalda
  -Muy bien padre, vengo a presentarte a la familia Wolf, ya sabes... La que me fue encomendada y...
  -Ya se quienes son jovencito. No paras de hablar de ellos-le especto sacandole los colores.
Se giro avergonzado hacia nosotros.
  -Sois mi primera familia de muggles que ayudó-explico.
Su padre... Era joven. No tanto como el mío claro pero... Me lo imaginé más mayor. Al igual que a la bruja que estaba a su lado que debía de ser su madre.
Puede que Carter Crowlen tuviera menos años de los que imaginé desde un principio.
  -Clarie, este es mi padre, Curt, mi madre Lara y esta es mi hermana pequeña Cloe-dijo señalando a una pequeña niña en la que ni había reparado-ella también comienza Hogwarts este año.
La niña era un poco más alta que yo, delgada, de cara redonda y mejillas sonrosadas. Con el cabello castaño claro y liso como una tabla. Sus ojos eran marrones, como los del señor Crowlen... Bueno, Carter.
  -Creí que... Eras muy mayor para tener una hermana tan pequeña-admiti avergonzada.
  - ¿Y que edad crees que tengo?-Pregunto.
La verdad es que el tema de la edad nunca se me había dado bien. No estaba muy segura nunca de que años podria tener una persona.
Al no contestar, Carter presentó a mis padres y a Ben.
  -Me gusta tú mascota-dijo Cloe con un susurro bajo.
Parecía muy tímida, como yo.
Sonreí un poco y me acerqué a ella con Nuts entre mis brazos.
  -Se llama Nuts.
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
  - ¿Como las nueces?-pregunto.
Asenti con la cabeza, ella señaló su carro.
  -Yo tengo una lechuza, se llama Tiger-explico.
  - ¿Tiger?-Repetí burlonamente.
  - ¡Al menos no es un fruto!-me contesto entre risas.
Las acompañe con las mías.
Parecía buena chica. Podria ser mi amiga... si es que ella quería.
  -Voy a subir vuestros baules-dijo Carter mientras llevaba nuestros carritos-despedios ya, el tren se irá en unos minutos.
Así lo hicimos.
Mamá y papá me cubrieron a besos y abrazos con muchas frases de "portate bien" "Estudia" "No seas un incordio" "No te metas en líos" blah blah blah.
Cuando mama me arreglo la trenza por tercera vez suspire y me aparte de ella.
  -Tranquila mamá, está bien-le asegure por millonesima vez.
Ella me hizo un mohin. Tenía que empezar a aceptar que iba a ir a este colegio otros siete años. Además, ya era mayor.
  - ¡Eh canijo! Más te vale no entrar en mi cuarto-le amenace revolviendo su cabello rubio-espero que no me eches de menos.
  - ¡No lo are!-me especto con el ceño fruncido.
Pero el labio le temblo y me dio un gran abrazo. Nos peleabamos muchísimas veces al día. Pero éramos hermanos, era normal. En realidad, nos queríamos mucho.
  -Tenéis que iros ya-dijo Carter dejando a Cloe en el suelo tras un gran abrazo-vuestro equipaje está ya en el tren y van a pitar en na...
De repente sonó el silvato y Cloe y yo, empujadas por nuestras familias, corrimos hacia la puerta del tren y nos subimos corriendo.
  -¡No te olvides de escribir!-me ordenó mi madre mientras me asomaba por la ventana.
  - ¡Atiende en clase!-dijo papá.
  - ¡Transforma a muchos niños en ranas!-Me suplico Ben mientras el tren se ponía en marcha.
  - ¡Ben!-Gritaron papa y mamá.
Rompí a reír a carcajadas.
  -Tranquilos, estará todo bien. ¡Tendrás ranas de sobra para navidad Ben!-le asegure.
  - ¡Clarie Evelyn Wolf! ¡Ni se te ocurra...!-Comenzó a ordenarme mama.
  - ¡Era broma!-grite entre risas.
Me dijo algo, no lo entendí ya que el tren giro la curva y perdí la vista de mi familia.
Durante un segundo me sentí vacia y sola.
Acaricie el hocico de Nuts para sentirme un poco mejor.
  - ¿Vamos a buscar un compartimento?-Pregunto Cloe.
Sin duda, estaba tan triste en el fondo por dejar a su familia como yo.
Al menos... No iba a ir en este viaje sola.
  -Claro, vamos a buscar uno-accedi.
Y llevando los pesados baules, buscamos un lugar donde escondernos de los alumnos mayores.

Capítulo cuatro. La tienda.

Mis ojos iban de un lado a otro de la tienda con curiosidad. Miles de ojos me devolvían la mirada y me seguían por la tienda.
  -Tenemos gatos, sapos y lechuzas de todo tipo para los alumnos. Necesitan tener un buen amigo allí, reconozco que siempre es bueno tener a alguien haciendo compañía mientras estas estudiando o sólo en las habitaciones...-la señora de la tienda de animales hablaba con mi padre y el señor Crowlen mientras que mamá y Ben esperaban en la puerta.
Mama odiaba el olor de animales y estaba claro que aquí no olía precisamente a rosas. No soportaba ese olor, aún habiendo vivido años y años con animales en casa... Bueno no estaban en casa, sino en los terrenos de nuestra casa, pero aún así odiaba el olor a todo tipo de animales. Por ello ninguno de nuestros perros entró nunca a casa.
Camine entre las jaulas llenas de animales silenciosos o ruidosos que no paraban de mirarme.
La señora de la tienda llevó a mi padre y al señor Crowlen a mirar varios tipos de gatos y lechuzas.
Los gatos no me gustaban demasiado y las lechuzas... No tenía ganas de tener una.
Así que camine entre las jaulas evitando a la dependienta. Seguro que encontraba más buscando por mi cuenta. Estaba claro que ella esperaba que quisiera algún tipo de gato.
Había cientos de seres extraños y desconocidos, de formas grotescas o muy suaves, con grandes, pequeños o demasiados ojos. Con pelaje, plumas, escamas... Era un verdadero circo.
Junto al mostrador había una jaula. Era bastante grande y dentro de ella había lo que parecía una cámada de hurones.
Eran diez pequeños hurones negros y blancos que jugaban entre ellos y se peleaban por la comida.
Eran bastante pequeños, debían de ser cachorros.
Observé a aquellos animalillos tan graciosos que jugaban entre ellos, pero nada más verme, se pusieron uno a uno en fila apoyados en la jaula con miradas inocentes.
Eran tan dulces y bonitos que...
De repente mi mirada se centro en un pequeño huron. Mucho más pequeño que sus hermanos.
Era el único completamente blanco a excepción de una mancha negra en forma de gota a la altura del cuello.
Era la mitad de grande que sus hermanos y no tomo interés en acercarse a la reja como ellos. Fue hacia el cuenco de comida y se puso a comer a toda velocidad.
Había visto esto otras veces en la tele. Cuando el hermano débil y menor era rechazado por sus hermanos por ser más pequeño y débil, era expulsado y pocas veces le dejaban comer.
  -Veo que te han gustado los hurones. Por lo general a los niños os resulta aburridos o simplemente no os interesais por ellos. ¿Te gustaría cómprate uno?-pregunto la dependienta asomandose por encima de mi hombro para observar a los hurones.
  -Me gustan más que los gatos-admiti mirando a mi padre y a mi madre que se había acercado un poco-¿Puedo? Ya sabéis que los gatos me ponen nerviosa y además todas las chicas tendrán-dije con una pequeña sonrisa.
Mi padre miro a mi madre, que suspiro y rondo los ojos dando su consentimiento. Sonrei ampliamente.
  -Está bien pequeña, ¿Cual quieres?-Pregunto la señora de la tienda.
Observé a los hurones que se exibian como pavos reales.
Mis ojos calleron sobre uno con pelaje color chocolate y ojos marrones. Era tan bonito y tan...
Unos ojos azules apagados se clavaron en mi.
El huron pequeño... Era tan pequeño, débil y a la vez tan... Dulce.
Me recordo a mi misma. Siempre tan pequeña y débil ante todos los demás más grandes y fuertes que yo...
  -El huron pequeño. El de la mancha negra en el lomo-dije rápidamente.
La señora de la tienda dudo al coger al huron.
  - ¿Este? ¡Pero sí es el más pequeño! La verdad no tengo ni idea de como sigue todavía vivo... Menos mal de que de vez en cuando le doy de comer que sino el pobre ya habría muerto. Sus hermanos le han rechazado. Además es muy lento y parado...-comenzó a informar mientras lo cogía.
Me eché a reír cuando lo cogió entre su manos cubiertas por guantes y me acercaba al pequeño animalito.
  -Creía que para vender hay que alagar el producto, no despreciarlo-dije con amabilidad y con delicadeza alcé un dedo para acariciar al huron-Eres una monada ¿lo sabías?-dije con ternura.
El pequeño huron estaba asustado.
Temblaba. Por ello levanto la cabeza lentamente y olisqueo mi dedo ligeramente.
Después sacó una pequeña lenguita rosa y lamio mi mano.
Me hacia cosquillas en los dedos, por eso me eche a reír. El animal cogió confianza y dejó que le tocara.
  - ¡Vaya! Esto es estupendo, no le había visto dejar que nadie lo tocara hasta ahora. Apenas me dejaba a mi.. supongo que en ese caso te lo llevaras-dijo la dependienta y se alejo ligeramente de mi.
El huron se revolvió entre sus brazos haciendo que la señora pegara un brinco, pero el huron sólo salto de sus brazos a los mios.
Clavo las uñas en mi chaqueta y me clavo sus ojos azul claro con pena.
Me eché a reír y abrace al pequeño animalito para que no se cayera.
  - Tienes que tener más cuidado pequeño-dije entre risas y coloque mejor al huron entre mis brazos-Es un macho, ¿Verdad?
La señora de la tienda asintio mientras vigilaba al huron con precaución.
  -Sí, es un macho-confirmó con el ceño algo fruncido.
  - Entonces... Te llamarte Nuts-dije acariciando su hocico.
  - ¿Nuts? ¿Nueces? ¿En serio?-Pregunto mi padre con una gran sonrisa.
Fruncí el ceño, ofendida.
  -Es un nombre muy bonito ¿De a cuerdo? Lo único que te pasa es que te molesta que tenga una mascota tan bonita-le especte.
Papa se echo a reír y me revolvio el pelo.
  -Lo que tú digas renacuaja-dijo con dulzura.
Le saqué la lengua y seguí acariciando a Nuts mientras papá pagaba a la dependienta y nos explicaba un poco como cuidar a Nuts. Tenía una dieta algo diferente a la de un huron normal, ya que este había sido cruzado en un pasado con un... La verdad es que no recordaria ese nombre en mi vida. Seguro que era algún tipo de animal mágico. Aún así, estaba muy encariñada con aquel huron y estaba segura de que sería mejor mascota que cualquier gato o lechuza que hubiera en la tienda.
  -muchas gracias por todo-dije despidiendome de la dependienta-despidete de tus hermanitos Nuts-dije en tono ligeramente burlon.
Se que resulta imposible, pero juraria que los hurones nos lanzaron una mirada de odio en toda regla mientras nos íbamos.
  -Ahora Nuts, vas a conocer tu nuevo hogar-dije con dulzura arropandole entre mis brazos-espero que te guste.

Capítulo tres, parte dos. La varita que me eligió.

"Hace muchos años, cuando el mundo de los magos no era más que una continúa batalla por el poder. Un gran ser se alzó por encima de los demás.  Le llamaban Keray y era increíblemente fuerte. Salió de la nada. Al principio actuó con lo que podríamos denominar como los malvados. Pero pronto se dio cuenta de que no quería que los magos oscuros decidieran sobre los demás.
Quería ser el, sólo él el que dominara a todo mago, bruja, ser mágico o muggle.
Ese a sido siempre el objetivo de todo mago oscuro. El poder extremo.
Por supuesto, Keray necesitaba súbditos a los cuales manipular a su antojo y convertir en fieles y leales vasallos.
Ni en este siglo ni en ningún otro, los vasallos han sido de fiar. Por ello, Keray mediante magia negra manipulo a todos los magos poderosos que pudo encontrar.
Era capaz de dominar las almas con sólo una mirada y hacer que una ciudad entera cayera a sus pies.
Con los años, el caos invadió el mundo entero y Keray nunca se detenía.
Muchos le plantaron cara, pero su destino fue una terrible muerte o servirle bajo la influencia de su poder.
Era invencible, uno de los magos más tenebrosos de todos los tiempos. Siempre se exagero con que era más poderoso que quién-tú-sabes... Ni siquiera puedo concebir esa idea y espero que no fuera así, sino... Habría sido la peor época para existir en este mundo.
La gente estaba muy asustada y buscaron una manera de librarse de Keray, se negaban a rendirse...
Entonces llegó la que sería la única salvación para este mundo.
Una joven, hermosa y encantadora aseguro que podía destruir al ser que llevaba años torturandoles.
El gran problema es que en esos siglos, las mujeres tanto brujas como muggles, estaban terriblemente mal juzgadas.
La igualdad llegó un par de siglos después, pero hasta entonces se las consideraba simples cuidadoras de niños y limpiadoras del hogar.
Algunas eran más respetadas por su condición de adivina o de buena preparadora de pociones.
Está era una adivina, poco conocida fuera de un lejano pueblo de Escocia, pero realmente fantástica.
Era una simple muchacha joven y hermosa para aquellos que la vieron ofrecerse voluntaria para enfrentarse a Keray.
Se rieron de ella y se burlaron diciendo que nunca una niña y muchos menos siendo mujer, se enfrentaria a Keray y mucho menos le venceria.
Nadie creyó en ella. Aún así la joven maga sola aunque con decisión se enfrentó a su destino y se enfrentó a Keray"
Embobada observé el gran libro de letras extrañas y mire al señor Ollivander, esperando que continuará.
  - ¿Y que ocurrió? ¿Le venció?-pregunté con gran excitación e impaciencia.
Las cejas del señor Ollivander se fruncieron.
  -Venció a Keray... Pero tuvo que pagar un gran precio-explico. Le mire curiosa-La muchacha murió en la batalla. Justo después de vencer a Keray, la vida abandono su cuerpo.
Puse una mueca de tristeza.
  -Pobre chica...-susurre.
El señor Ollivander asintio conforme con mi comentario.
  -Cierto, pero aún así quedó algo todavía en este mundo de ella-explico y sacó la delicada y envejecida cajita y la dejó con delicadeza en el mostrador-está es la mayor obra de arte hecha por un fabricante de varitas-explico en un susurro.
Con delicadeza abrió la cajita y mostró la hermosa varita que había en su interior.
  -Está varita fue hecha por Gedric Ollivander. Hace muchos siglos. Fueron una de las primeras que se crearon y también una de las últimas-explico tomándola con increíble ternura y delicadeza- Treinta centimetros y medio, de madera de roble de un arbol milenario, uno de los mas fuertes del mundo, como nucleo central sangre de unicornio macho puro. Rigida, perfecta para casi cualquier tipo de embrujo, maleficio, hechizo, maldicion, contramaldicion, etc.
Sus ojos observaban la varita como su fuera un bebé, algo delicado y frágil. Casi lo miraba como un padre mira a su hijo.
-¿Porque fue una de las ultimas que se crearon?-Pregunte estirandome para observarla más de cerca.
La varita tenía un color marron oscuro, era alargada y elegante. Con una empuñadura del mismo color y con preciosas hebras de plata. Parecia una verdadera obra de arte y casi me daba miedo de tocarla y que se desiciera entre mis manos.
Era tan sorprendente que de aquella cajita destrozada por el tiempo y la humedad fuera tan hermosa en comparación con las demás.
El suspiro.
-Por su nucleo central-Explico acariciandola con delicadeza
-¿La sangre de unicornio macho puro?-Pregunte curiosa-¿Que tiene de malo?
El señor Ollivander dejó la varita sobre el polvoriento estuche y me observó con paciencia.
  - Aquella muchacha, la que destruyó a Keray, ordenó ella misma la creación de está varita a mi antepasado. Los ingredientes perfectos, las medidas perfectas... Gedric cautivado por su belleza y su inteligencia, le obedeció. Pero al igual que cualquier otro fabricante de varitas habría hecho, se hecho hacia atrás con el núcleo central-Seguía sin comprenderlo, pero me pidió paciencia con la mirada-Hay un dicho, que en realidad es muy cierto, de que todo aquel que derrame una sola gota de sangre de unicornio, está maldito de por vida y su alma condenada al infierno y la perdición-explico. Puse una mueca a la cual sonrio-Los unicornios son los seres más puros de este planeta. Por ello dañar algo tan puro conlleva a consecuencias nefastas.
Asenti con la cabeza lentamente.
  -Así que Gedric no se quería arriesgar con acabar maldito ¿no?-Pregunté.
El señor Ollivander asintio orgulloso.
  -Así es, por ello la muchacha se encargo de conseguir la sangre y asegurar a Gedric que la maldición no caería sobre el-explico. Y volvió a señalar la varita-está varita lleva generaciones con nosotros y siempre hemos estado muy seguros de que está varita-bajo su mirada a la varita-es la misma que la de la muchacha que derrotó a Keray.
Fruncí el ceño y observé la preciosa varita.
  -Eso es estupendo pero...¿que tiene que ver está varita con el hecho de encontrar una para mi?-Pregunté.
El señor Ollivander parecía estar esperando exactamente esa pregunta.
  -Tiene que ver con que estoy un noventa por ciento de seguro de que está varita, podria ser compatible contigo-explico.
Pegué un respingo, asombrada.
  - ¿Que? ¿Conmigo? ¿Está seguro de lo que dice?-Pregunté alejandome de la varita ligeramente.
Volvió a sonreír de oreja a oreja, casi como lo haría un dibujo animado.
  -Sí, al menos en un noventa por ciento-repitió y cogió la varita con delicadeza-Pruebala.
Negue con la cabeza rápidamente.
  - ¿Y si se confunde?-pregunto.
  - Pues pasaremos a otra-me aseguro.
Fruncí el ceño y me acerqué al mostrador de nuevo. El señor Ollivander me tendió la varita.
  - Toda tuya-dijo cediendomela.
La cogí con suavidad e inmediatamente sentí como un escalofrio cubría mi brazo. Sentia un calor en las puntas de los dedos que resultaba muy agradable.
Me sentí segura, fuerte, invencible. Era como sí hubiera llevado todos estos años con sólo un brazo y de repente lo había recuperado. Era algo nuevo, diferente, pero a la vez me parecía tan normal y común...
Un suspiro de alivio se escapó entre mis labios.
Los ojos del señor Ollivander estaban a punto de salirse de sus órbitas y tenía la mandibula algo desencajada.
  -Tenía razón...-comenzó a susurrar.
La campaña que advertía de un nuevo cliente sono y la varita del señor Ollivander fue tan rápida que ni la vi.
Pero un segundo después, el libro, la caja y el estuche ya no estaban en el mostrador.
Me gire en redondo y espere ver a un nuevo cliente. Pero no, sólo era el señor Crowlen con mis padres y mi hermano observando con curiosidad sobre sus altos hombros.
  - ¿Ya habéis acabado?-Pregunto con amabilidad-Estabais tardando tanto que...
  - La señorita Wolf ya tiene su varita. La acabamos de encontrar ahora mismo-explico el señor Ollivander arrebatandome la varita y colocandose tras el mostrador-una buena chica con una bonita varita-dijo mientras sacaba un estuche negro sin estrenar para usar con mi varita-Estoy seguro de que con ella serás capaz de hacer grandes conjuros.
Cerro la caja con una cinta y observó al señor Crowlen y a mi familia
  - Diez galeones por favor-pidió con amabilidad pero más seriedad que había mostrado hacia unos minutos.
El señor Crowlen se adelanto a pagarle mientras el señor Ollivander me tendía la caja. La cogí con delicadeza y la guardé en la mochila que llevaba a la espalda. No iba a dejar mi nueva y valiosa varita con el resto de cosas de la escuela.
  -Espero, pequeña niña, que cuides como debes la varita. No es un juguete que puedas utilizar a tú antojo. Debes cuidarla ¿puedes?-Pregunto.
Me mano envolvió mi pequeña mochila.
  -Por supuesto-contesté alzando la barbilla.
  -Espero que sepas cuidarla mejor que recoges tú cuarto-me especto mi madre.
Al segundo sentí mis mejillas enrrojecerse hasta el punto de ponerse de color carmesi.
  -Sí mama-susurre agachando la cabeza avergonzada.
Todos los adultos se echaron a reír.
  -Estupendo, entonces vamos ha terminar las compras-dijo el señor Crowlen apremiante-aún nos quedan algunas cosas.
Asenti con la cabeza y me despedí del señor Ollivander.
  -Hasta otra pequeña, y no dudes en venir otra vez-dijo agitando la mano despidiendose.
  -Está bien, muchas gracias señor Ollivander-dije saliendo de la tienda.
La puerta se cerro, pero aún así sentí su mirada en la nuca mientras nos abriamos pasó entre la multitud.
  - ¿Que queda por comprar?-pregunté confusa.
El señor Crowlen sonrio.
  -Eso ya lo verás, no seas impaciente-me pidió.
Fruncí el ceño confusa. Odiaba la incertidumbre. Pero pronto sabría a que venia aquel secretismo.
*En La Tienda*
La puerta se cerro tras la pequeña familia y la cabellera castaña oscura llena de tirabuzones se alejo entre la multitud.
  -Pequeña niña...¿De donde has salido?-Pregunto el señor Ollivander con desesperación.
Su mirada descendió al libro que acababa de hacer reaparecer sobre el mostrador.
En el, había el retrato de una hermosa muchacha de piel blanca como la leche, grandes ojos verde esmeralda y larga cabellera oscura que le llegaba hasta la cintura.
A pesar de los años, se podía comprobar que debió de ser hermosa cuando fue hecho el retrato.
Este, como todos en el mundo magico, sonrisa con dulzura y observaba el callejón.
El señor Ollivander se había pegado toda su infancia y parte de su adolescencia observando a aquella hermosa mujer. Con aquellos impresionantes ojos y trataba de imaginarselos en el mundo real. Jamás había podido, hasta ahora.
Aquella pequeña niña de mejillas pecosas, piel blanca y grandes ojos esmeraldas había resuelto su duda. La duda de sí esa mujer fue en un pasado real.
  - ¿Que te deparara el futuro pequeña Wolf?